Territorio Y Paisaje

El clima es claramente mediterráneo pero con importantes características continentales, como las heladas presentes a lo largo de 4 meses al año y una amplitud térmica anual de 18 a 20ªC. La suma de características da lugar a un terroir único, donde confluyen el viento de garbí caliente de las tardes de verano o los fuertes cierzos invernales junto a una muy baja pluviometría (400-500mm anuales), fruto de la influencia continental del altiplano aragonés y la depresión del Ebro.

A pocos kilómetros al norte la aridez del paisaje lo transforma todo; a pocos kilómetros al sur, las montañas de los Puertos de Beceite ofrecen agua abundante y bosques ricos en fauna y flora. En medio, se halla el Matarraña, un territorio amable pero con fuerte personalidad, donde se cultiva el olivo desde que fenicios y romanos lo introdujeron y expandieron. Donde así mismo, se cultiva el viñedo desde que las grandes órdenes religiosas organizaron los territorios reconquistados y donde finalmente en el sXX se han incorporado otros cultivos leñosos como el almendro y el melocotonero.

A nivel vegetal dominan las formaciones de bosques perennifolios de encinas y carrascas (quercus ilex y q.i. rotundifolia) junto a grandes conjuntos de pinar con presencia mayoritaria del pino carrasco (pinus alepensis). Sobre los suelos calcáreos y secos crece la aliaga (genista scorpius), el romero (rosmarinus officinalis) y el tomillo (thymus vulgaris), y sobre los terrenos silíceos crece la retama (genista hirsuta) y el enebro (juniperus oxycedrus).

El Matarraña se caracteriza por sus barrancos donde crece una abundante huerta, regada con los innumerables pozos y aljibes árabes, hoy en día casi abandonados. Los inviernos fríos y los veranos calurosos se alternan junto con cortos períodos de lluvia y grandes sequías. Todo ello ha dado forma a un paisaje humano y geográfico de gran riqueza. Historia, tradiciones, naturaleza, una tierra generosa, seca y al mismo tiempo perfumada.